La noche anterior, se la pasó haciendo el deber de
química, y por la mañana se quedó dormido, con la lógica consecuencia; se
atrasó al bus. No le queda a nuestro
cadete más remedio que tomar uno de línea, si no quiere engrosar la fila de los
atrasados.
Al llegar a la parada, se percata de unas triste situación:
en el apuro del cafecito se le oflidó pedir la “colación” a papá, por lo que
nuestro querido joven se ve en la imperiosa necesidad de “jalar dedo” a algún
bondadoso conductor.
Entre éstas y las otras, éste anónimo joven llega a su
querida Academia, en donde el Bigadier Mayor ya ha recibido el parte diario.
Nuestro KDT emprende la carrera hacia la Capilla, con el fin de no ser visto,
pero es sorprendido por un inoportuno Brigadier, que se hallaba en el lugar, y
es obligado a ir y “saludar” a Mi Mayor, quien con su acostumbrado “let´s go”,
solicita al KDT se de una diez vueltitas al Estadio.
Luego de cumplir el encarguito nuestro espécimen
ingresa a la clase, en donde no tarda en ser arrullado por las dulces palabras
del profe de Matemáticas, quien lo sorprende “in fraganti”, y le obsequia un
cero más a la nota, además del consabido sermón.
Al llegar la hora del lunch, resulta ue el Brigadier
de Curso se ha jalado el examen de Física y su genio es nada envidiable; como
era de esperar, el trote hace su aparición en escena, y una vez más, la
presencia de nuestro joven se ve solicitada en la cancha de Fútbol, a fin de
cultivar un buen estado físico.
Las tres horas siguientes al lunch transcurren sin
mayor novedad, salvo por una pequeña guerra de tizas, un nuevo cero en lección,
y la bronca con el Hno. Teodoro, por no haber entregado la libreta a tiempo.
Al llegar el medio día, nuestro KDT se percata de
que algún chistoso se le ha “choreado” la llave del locker, viéndose
imposibilitado de bajar cambiado a Educación Física, nuevo pretexto que Mi
mayor aprovecha para sugerir al KDT tomar el sol del meridiano en el centro del
estadio.
Lleno de resignación, nuestro prototipo se dirige al
comedor, luego del revitalizador baño de sol; allí le es servido un abundante y
exquisito plato de espagueti, no sin antes pagar veinte de piernas por lanzar
un plátano al otro comedor. Para culminar con broche de oro un día más, no
podía faltar una anotación en la revista de botas, con la consiguiente
Relación, que obliga a nuestro abnegado KDT a permanecer unos cuantos minutos
más en su querida Academia, y a regresar a su hogar a pata de nuevo, llevando
en su pecho la única idea de comenzar el día de mañana la tan anhelada rutina
de siempre.
Por Brigadier Ramiro Dávila D.
Sexto “B”
Permiso Hablo - 1984
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