Recuerdo
que cuando cursaba el Cuarto año (1972), formamos para la salida….mi
Brig. Mayor Raimundo Chedraui (hoy miembro del tribunal electoral del
Guayas) nos dio las últimas instrucciones y se despidió (era la última
formación del año)…. lanzamos los cuadernos al aire…las cristinas iban y
venían y comenzó la despedida general …¡¡¡nos vemos en Septiembre..¡¡¡¡
se oía por doquier….¡¡¡ mañana en el tontódromo Cabrera ¡¡¡¡
(Tontódromo era el nombre que la sociedad Quiteña le dio a la calle
Amazonas) y las hamburguesas en “La Fuente” le decía el chulpi Vélez al
Patricio Flores y Alberto Estevez (pop corn)
…..¡¡¡Alto la Academia¡¡¡ por buses formaaar¡¡ ……Así terminaba formalmente el año escolar.
Subimos
al bus # 4 (si mal no recuerdo) estaba al mando mi Brig. César Eduardo
Cisneros…..por ser el último día de clases se permitía hablar y hacer un
poco de relajo, una vez que salimos de la Academia se comenzó con la
tradición de romper los uniformes….se comenzaba por las mangas, luego se
rompían los bolsillos de la camisa y pantalón; como siempre, había el
comedido que llevaba una tijera, misma que servía para cortar la corbata
prácticamente en el nudo, en el caso del bus 4 hasta las botas
sufrieron las consecuencia (las mías quedaron a la altura de lo que hoy
es el monumento a los bueyes).
Una
vez que llegamos a la Granda Centeno, prácticamente estábamos desnudos (
medias, calzoncillo, retazos de pantalón y camisa, las mangas colgaban
de las muñecas, una mini corbata roja y una orgullosa cristina) lo que
obligó al Sr. Chofer a subir por la Villalengua y dejarnos lo más cerca
de la casa, el Alberto Estévez se quedó a la altura de la Barón de
Carondelet y yo vivía 5 cuadras más arriba por la Vasco de Contreras, me
baje del bus como un rayo, cruce la Villalengua a 1000 por hora y
mientras saltaba el muro mire como el bus 4 se alejaba con un montón de
cabezas peladas asomadas por las ventanas que se reían a más no poder,
una vez adentro de la casa mi mama me miraba con asombro….había llegado a
mi dormitorio¡¡¡¡¡
Habrían
pasado unas tres horas de este bochornoso suceso, cuando bajé a la casa
del Alberto para ir a fregar en la tienda, pasaba por el bosque que
estaba en la esquina de la Villalengua y Barón de Carondelet …es cuando
escucho una voz ronca que decía….Oswaldoooo ¡¡¡…Albertooo¡¡¡… que haces
ahí ¡¡¡¡ …no alcancé a llegar a la casa y me escondí aquí¡¡ y
allí estaba el Albertico, llucho con la mini corbata, muerto de frio y
puesto la cristina…. pero orgulloso de ser un cadete de la Academia
Militar Ecuador.
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